lunes, 23 de febrero de 2009

¿QUIENES DEJAN EL BLOQUE K?

Viendo el empeño que pone la mayoría de los medios opositores para magnificar lo que Mariano Grondona denomina con exceso de voluntarismo “Diáspora kirchnerista” en su último artículo en el diario “La Nación”, a uno le da por sospechar que deben existir razones importantes y de no muy fácil visibilidad para instaurar tamaño desvarío, porque si bien es cierto que los ciudadanos no están al tanto del detalle político y que no tienen en su cabeza todos los nombres que están en danza dentro del candelero de la política, no se puede pensar que todo el mundo haya olvidado, por ejemplo, que el senador salteño Juan Carlos Romero –al que se lo promociona como la más reciente deserción de las filas kirchneristas- fue nada menos que el candidato a vicepresidente de Carlos Menem en 2003.

De la misma manera es increíble que se le quiera hacer creer a la sociedad que Carlos Reutemann fue alguna vez un soldado del ex presidente. La figura del ex corredor está instalada en la mirada popular como un enigma de la política argentina. El Menem blanco de Santa Fe (como lo llamó Eduardo Aliverti), cuyas características monosilábicas y su culto a no decir jamás ni que sí ni que no sino todo lo contrario, son ya una marca aparentemente indescifrable de la política argentina. Al cabo de algún notable curso veloz de oratoria, anunció locuaz que se apartaba del bloque kirchnerista del que nunca nadie tuvo idea de que formaba parte y suscitó el entusiasmo de Solá y De Narváez.
Quizá estos manejos reñidos ya no con la objetividad periodística sino con estándares de inteligencia media sean generados por la desesperación de algunos sectores que no encuentra el modo de revertir algunas corrientes de fondo que hacen que la gente ya mucho no les crea, o que esté cansada de tanta mugre mezquina.
Hay algunas cuestiones innegables como que, por ejemplo, el modelo de país que se le vendió a los argentinos en los noventa estalló en mil pedazos primero aquí y ahora en el corazón mismo del capitalismo mundial. Por más que los gurúes operen y manipulen, los datos están a la vista y la gente los palpa: Los mismos que pronosticaron un dólar a 10 pesos en 2002, que son el elenco estable de “especialistas” que asolan el cable y la Cadena Nacional de la Gente Linda con sus pronósticos, han quedado sepultados por la implosión norteamericana. Ellos continúan diciendo lo mismo y siguen siendo convocados por programas y periodistas que, encorsetados por sus anunciantes e inmersos en un autismo preocupante, siguen profiriendo las mismas fórmulas de antaño sin observar que las condiciones han mutado drásticamente. Cual militantes de pequeñas sectas de izquierda dogmática, siguen repitiendo de memoria un dogma que ya no convoca, no convence y no suma adhesiones, sino dudas.

Los tiempos han cambiado y diariamente se van cocinando nuevas condiciones en nuestra América latina, por eso no es casual que en la región, salvando unas pocas excepciones, estén gobernando fuerzas con planteos que por sobre todas las cosas son novedosos. No es casual ver que el discurso opositor en Venezuela o en la media luna boliviana tiene los mismos acentos y adjetivos que acá. No es casual que pese al manipuleo informativo de los grandes medios, férreamente embanderados con la oposición, se verifiquen triunfos arrolladores como el de Correa en Ecuador. No es casualidad, entonces, que pese a tanto poder en contra, los pueblos ratifiquen una y otra vez su voluntad de cambio en nuestra Sudamérica. Algo está cambiando a favor de proyectos políticos que sin llegar a tener una genética revolucionaria químicamente pura -ni mucho menos- tienen, al menos en el trazo grueso, una mirada más en sintonía con lo que perciben las masas como rumbo necesario para salir de la postración.
Por eso el dispositivo opositor se altera, porque su prédica no da los resultados buscados, porque sus dirigentes se pelean entre sí y se muestran incapaces de articular un único bloque de referencia electoral y porque cuando se largan a hablar de proyectos, la verdad, asustan.

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