lunes, 24 de agosto de 2009

Sacate la careta Lole.

ROXANA LATORRE DENUNCIO QUE CARLOS REUTEMANN LE RECLAMO QUE DEJARA SU BANCA. LA SENADORA ASEGURO QUE NO LO HARA

“Me pidió que renunciara y me amenazó”

“A lo largo de toda su trayectoria, Carlos Reutemann hizo una carrera unipersonal, usando a la gente y tirándola en la banquina”, disparó ante Página/12 la senadora Roxana Latorre, hasta hace pocos días aliada dilecta del ex gobernador de Santa Fe. Y dijo más aún. Confirmó que el mismo Reutemann la llamó para pedirle que deje su banca, para la que acaba de ser reelecta: “El sábado me llamó por teléfono para pedirme que renuncie y me amenazó. Me dijo que la iba a pasar muy mal en la provincia si no renunciaba”. El sorpresivo divorcio político entre ambos senadores del PJ se desató la semana pasada, después de que Latorre firmara un dictamen de mayoría en el Senado, pero la relación ya había comenzado a resquebrajarse un mes antes. En una entrevista, la senadora había dicho que “sería catastrófico para la Argentina que se haga realidad lo que algunos sectores agitan, la entrega anticipada del poder”. “Ahí Reutemann me llamó y me dijo ‘dejate de declarar eso, que los Kirchner se vayan cuando se tengan que ir’”, confió Latorre.

“Estoy en el corazón de una feroz operación de prensa encabezada por Reutemann”, denunció la senadora. Esa “operación” habría buscado despegar al ex corredor de Fórmula 1 de la firma que Latorre estampó “en total disidencia” en el dictamen que permitió el tratamiento y la aprobación de la prórroga de las facultades delegadas al Poder Ejecutivo. Tras la votación del jueves pasado en el Senado, la oposición había salido al unísono a pedir la cabeza de la legisladora, desde el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, hasta el senador socialista de Santa Fe, Rubén Giustiniani, pasando por el número uno de la UCR, Gerardo Morales, y el presidente del PJ provincial, Ricardo Spinozzi.

Rápido de reflejos, Reutemann decidió tomar distancia de su histórica aliada y anunció su expulsión del bloque Santa Fe Federal, que conformaban, apenas, ellos dos. Sin embargo, esta reacción no llegó cuando el ex gobernador se enteró de la firma de Latorre en el dictamen (algo de lo que estaba informado desde el lunes, según consta en medios locales), sino recién cuando comenzó a crecer el tsunami de críticas hacia la senadora: Latorre es la moneda de cambio que presentó Reutemann para sortear un paso en falso que amenazaba con complicar sus ambiciones presidenciales.

“Todos se aprovecharon de un error involuntario y hacen leña del árbol caído. Pero al frente de la operación está él, que está aconsejado por la mujer y la hija, que no entienden un carajo de política”, se despachó Latorre. Estos días, en el perfil de Facebook de Verónica Ghío, la esposa de Reutemann, podía leerse una consigna: “R.L. out”. Las iniciales, por supuesto, se referían a Roxana Latorre.

“El sábado (Reutemann) me llamó por teléfono para pedirme que renuncie a la banca y me amenazó. Me dijo que la iba a pasar muy mal en la provincia si no renunciaba”, relató la legisladora. “Yo no voy a renunciar. La única manera de que deje la banca es si me destituye el mismo Senado –se plantó–. Si Reutemann quiere, que renuncie él.”

El matrimonio político duró casi veinte años y se fue a pique en pocos días. Sin embargo, las fisuras, invisibles desde afuera, venían desde hace un tiempo, cuando Latorre comenzó a denunciar los ánimos golpistas de ciertos sectores del campo. “Ahí Reutemann me llamó y me dijo ‘dejate de declarar eso, que los Kirchner se vayan cuando se tengan que ir’”, contó la senadora justicialista.

–¿Ahí fue que comenzaron sus diferencias?

–Claro, yo planteo la defensa irrestricta de la Presidencia, sea quien sea el que ocupe el cargo, y él me pide que no declare más eso. El campo quiere tumbar a Cristina. Y yo, aunque fui y voy a seguir siendo opositora, no lo puedo dejar pasar. Voy a seguir defendiendo los intereses del campo, porque ésa es la idiosincrasia de mi provincia, pero antes que nada están las instituciones.

–¿Reutemann le pidió la renuncia porque usted no obedeció sus instrucciones?

–No. Yo no soy una figura boluda que pone la firma. El no conoce de técnica legislativa, él es un personaje de alto perfil político, pero el trabajo legislativo lo hacía yo. Nunca me decía cómo votar, si no conoce la interna del Parlamento. El está para otras cosas. Y ahora tenía que despegarse de las críticas y por eso quiso tirarme a la banquina.

–Desde el PJ santafesino señalan que el escaño les corresponde a ellos, y no a usted, y por eso piden su renuncia...

–A mí el PJ de la provincia no me quiere, nunca me quiso. Y aun así Reutemann me puso en la lista. Si bien es cierto que hice mi carrera de la mano de él, que no se crea que todos los votos de junio son suyos. Si él me puso ahí es porque para algo le servía. Y no soy una más de los que tiró en la banquina, a lo largo de su trayectoria hizo una carrera unipersonal tirando gente a la banquina. Pero yo no me voy a quedar ahí. Como bloque unipersonal, formo parte del interbloque Federal, de quienes he recibido todo el apoyo y la solidaridad, así que seguiré trabajando desde ese lugar.

–¿Cómo responde a las acusaciones de Giustiniani, que dijo que usted se “borocotizó”?

–La oposición no se hace cargo de sus errores y por eso aprovechan la volada para llevar agua a su molino. Pero si se fijan, cuando se llevó el proyecto al recinto yo voté negativamente, y Reutemann en esa misma sesión se quedó en su despacho y no votó, ni en contra de los superpoderes ni por la ley de emergencia agropecuaria (ver aparte).

–¿Se siente responsable de que el Gobierno haya prorrogado las delegaciones de poderes?

–Mirado con el diario del lunes, quizá no debería haber firmado nada, pero era una pelea que se había perdido antes. Concretamente cuando el campo, que se cree que es gobierno, no juntó los votos necesarios, como sí pasó con la 125. En cualquier escenario, esa ley iba a ser votada. Hubo una torpeza administrativa del secretario de la comisión, que no fue a buscar la firma del senador pampeano Rubén Marín. Con la firma de Marín les alcanzaba. Y en el peor de los casos, el oficialismo iba a pedir una sesión especial.
Fuente: "Página 12"

lunes, 17 de agosto de 2009

¿El fin de la fantochada?

Este artículo es de Página 12, lo escribió Eduardo Aliverti, se podrá estar a favor o en contra, pero expresa de forma muy cercana a lo que pienso, todo un circo, toda una fantochada.

Es un tema tan complicado, vistos los negocios, personajes, demagogias y pasiones circundantes, que, aun alcanzando cierto equilibrio analítico, muy probablemente uno termine pegado a quienes no quiere.

La rescisión del contrato entre la AFA y Clarín, de acuerdo con las cifras astronómicas en juego según lo que significa el fútbol en este país, es un hecho espectacular. Desde lo operativo y desde lo simbólico. De esa coctelera quedan vertidos el grupo mediático más poderoso que haya habido nunca, en confrontación abierta contra el Gobierno. La entidad que también lucra con la pasión más fuerte de los argentinos. La batalla ya personal que libran los Kirchner contra el Grupo. El modo en que eso se traduce en toda la información significativa que circula, porque ya casi no hay ni selección noticiosa, ni título ni copete, ni tono locutoril ni cobertura especial, ni opinión ni nada de nada, que no esté regenteado por el clima bélico entre el Gobierno y Clarín y, de ahí para abajo, en cómo se posiciona el resto frente a eso. Y, claro, las pirañas mayores y menores que ya intentan colocarse en la mejor ubicación para sacar tajada del nuevo escenario. En otras palabras, es incontrastable que estamos ante uno de los episodios políticos más pomposos de los últimos tiempos. A algunos o muchos les cuesta digerir que sea así, en el entendimiento filosófico, digamos, de que todo lo que rodea al fútbol es una variante del opio de los pueblos. Pero, aun cuando se lo considere un juicio respetable, convengamos que resulta definitivamente hippie apenas se lo coteja con que hablar de esto es hacerlo sobre el Poder. Así, a secas y con mayúscula.

Más luego, empecemos por la descripción del problema, del brete, a partir de su conclusión. Lo primero, como bien señaló un colega, es que Grondona lo hizo. Resulta que la fantasía nunca jamás consumada no ya de tocarle las posaderas a Clarín, sino de someterlo directamente a un procedimiento proctológico que afecta –confiesan en voz bajísima desde dentro del Grupo– un tercio de sus ingresos totales, viene a consumarla Grondona. Así es. Señoras y señores: ni Carta Abierta, ni dirigente político alguno, ni la suma de todos los intelectuales y luchadores sociales y colectivos gremiales o profesionales, ni los congresos ni debates ni mesas redondas acerca del papel de la oligopolización periodística en la construcción del sentido común a partir de los intereses corporativos del “partido” de poder más importante de la Argentina. No, no y no. Lo hizo Julio Grondona. El Padrino. El tipo que les parió un negocio que debió ser inconcebible en cualquier tiempo y lugar. El negociado, qué tanta vuelta, de empezar con cuatro cámaras para transmitir partidos en exclusividad, y terminar codificando el ardor popular a cambio de una escala de dos mangos con cincuenta para la AFA y los clubes; y de la pleitesía que le rindieron y rinden la manga de corruptos enquistados en la inmensa mayoría de esos clubes. ¿Qué hago?, dice uno entonces. ¿Me estampo al lado de estos tipos, de esta cuasi mafia, en canje por la satisfacción de que Clarín quede groggy? ¿O a mi pesar quedo sumado al cinismo de esa derecha execrable que acaba de descubrir la pobreza y el cómo puede ser de su pulular mientras hay plata para el fútbol? Porque al margen de que lo diga la derecha y dé asco, suena muy feo, cómo que no, que haya tanta energía para arreglar los dramas futbolísticos y no tanta, o poca o ninguna, para corregir los sociales. Suena así, a pesar de que ese negocio fabuloso que es el fútbol no tenga por qué darle pérdida al Estado. Al revés: si la hacen bien sería una fuente de ingresos formidable que podría volcarse, justamente, a la reparación de los horrendos desequilibrios sociales. Pero suena así. Y además, ¿qué te hacés, vos, Kirchner, si le renovaste la licencia a Clarín para que siga operando su señal, y encima le aprobaste la fusión de Multicanal y Cablevisión para que se monten a la carrera el avestruz del pagar para ver? ¿Qué te hacés?

Pero resulta que, en medio de esta contradicción aparentemente insoluble, uno descubre (es decir, certifica, porque si lo descubriera recién ahora quiere decir que vivió en un pote de crema de leche) que están en contra del quiebre con Clarín toditos los factores de poder, y amanuenses respectivos, representantes de lo peor de los valores sociales. Ahí están ya no sólo los grandes medios sino también sus periodistas, y los conductores de la radio y de la tevé, que gozaron hasta aquí de este curro despampanante, en forma directa o a través de los negocios del Grupo y los grupos (sería intelectual y técnicamente deshonesto agarrárselas sólo con Clarín). No es un cuestionamiento a que se trabaje de lo que uno es en el lugar donde no se quisiera estar. Es la falta de una frontera respecto de la que decir “bueno, hasta acá, no la cruzo”. No hablamos de los laburantes que no tienen poder de fuego en la correlación de fuerzas, sino de las ¿estrellas? permanentes o fugaces que ya acumularon bastante como para darse el lujo de decir “esto no”. Ahí están. Cumpliendo al pie de la letra más de lo que les dictan, y en no pocos casos rifando una trayectoria de honestidad progre. Gente que se pasó la vida diciendo una cosa y ahora dice otra. Son ayudados por las barrabasadas del matrimonio. Los dislates en el Indek, el crecimiento sospechosísimo de la fortuna presidencial, las idas y vueltas en la táctica de acumulación de aliados, el engañapichanga del “diálogo” político, tanto más. Pero de ahí a esta imagen de prosternarse ante el patrón mediático con rictus de “oh, sí, mi amo, lo que tú digas”, vaya con la diferencia.

Para redondear, uno concluye en que las condiciones subjetivas son que, mejor, escaparle al estampado con alguno de estos nenes. Pero las objetivas son que se avanza mucho más con lo que se puede que con lo que se desea. Y vamos a ponerlo en primera persona, para que quede bien clara la intención de sostener con el cuero lo que se dice con el pico: si el costo de aparecer despegados de los K es pegarse a los garcas de la Mesa de Enlace, a Torneos Sin Competencias, a Sojilandia, y a poner en el centro de la escena la arrogancia y las carteras de Cristina, conmigo no cuenten.

A propósito del papelón pasado por el ministro De Vido, quien anunció la marcha atrás con los aumentos tarifarios de luz y gas tras haberlos defendido a rajatabla hasta pocas horas antes, algunos recordaron la impardable cita de Groucho Marx: “Mire, estos son mis principios pero si no le gustan tengo otros para ofrecerle”. Está muy bueno. Y estaría mejor si se lo aplica también a varios colegas que en estos días contribuyeron, ojalá que en forma decisiva pero no es nada seguro, a que se caiga por fin la fantochada de que existe el periodismo independiente.

jueves, 13 de agosto de 2009

Argentina ¿Un país inexplicable?

Me parece muy bien que el humor político argentino aborde la argentinidad a partir de enunciar que “la Argentina es un país inexplicable” como lo hacen “CQC”, “Argentinos por su nombre”, Enrique Pinti, Antonio Gasalla, en su momento Tato Bores, e incluso Felipe Pigna con sus ficciones patrióticas o su búsqueda de “El gen argentino”, ya que ese ha sido desde el siglo XIX el tópico nacional por excelencia que asumió el genero humorístico político argentino.

La ironía sirve, en muchos casos, para dejar al descubierto lo que de otra manera no se puede hacer visible ni enunciable dentro del orden del discurso. Pero encarando el tema en serio la cuestión es que la Argentina es un país no solo explicable sino, incluso, fácilmente explicable. Primero hay que dejar de lado esa “verdad” del sentido común que plantea que la Argentina es un país “diferente” al resto de los países. Solo basta leer los diarios extranjeros para darse cuenta que la “verdad argentina” no es otra cosa que una especie de “verdad” cosmopolita: en todos lados hay corrupción, ilegalismos, vacío político, “muerte de las ideologías”, incumplimiento de normas, “inseguridad”, y una mediocre clase política que no acierta una.

La Argentina es un país explicable porque todo aquello que nos parece “anormal” constituye en realidad su “normalidad” incluyendo el discurso sobre su “inexplicabilidad”. Nada mejor para una burguesía sin concepto y una clase política sin ideas que se instale como “verdad” del sentido común que nuestro país es “irracional” y que “todo vale”. El discurso sobre lo inexplicable de la sociedad argentina remite todo a una falla estructural, o a un destino trágico e inapelable, o lisa y llanamente a quienes menos poder tienen, los pobres y los trabajadores, a los que siempre de una u otra manera se les adjudican los males nacionales. El problema es que ese discurso se ha hecho cuerpo y naturalizado de tal forma que resulta muy difícil desmontar, en particular porque a muy pocos les interesa hacerlo. Desmontar el discurso de la Argentina inexplicable implicaría dejar al descubierto que forma parte de un régimen de gubernamentalidad, es decir, de una forma social sobre la que se reproducen las relaciones de poder en nuestro país.

¿Por qué hay ilegalismos? Porque somos un país inexplicable. ¿Por qué hay corrupción? Porque somos un país inexplicable. ¿Por qué hay argentinos que se mueren de hambre? Porque somos un país inexplicable. Y así hasta el infinito cuando se trata de los “males nacionales”. Queridos amigos: a quienes tienen el poder les conviene que todos pensemos y actuemos como si el país fuera inexplicable porque justamente es de esa manera que nos dominan como nos dominan y hacen de la mayoría de la sociedad lo que les viene en gana. Pero la principal funcionalidad que tiene para el ejercicio del poder este discurso nefasto es que impide, neutraliza, doblega, todo intento colectivo de decir NO. No quiero seguir siendo gobernado de este modo, por estas instituciones, por estos gobernantes, por esta clase dominante.

Si todo es inexplicable solo cabe resignarse y actuar en consecuencia, es decir, de forma consistente con esa inexplicabilidad. La inexplicabilidad es el mejor recurso del poder para obturar resistencias a la forma en que es ejercido… es un colosal invento que de tanto repetirlo hasta el hartazgo se ha vuelto “evidente” y nos ha hecho dóciles, disciplinados, y consecuentes creyentes en el “no te metás” y el “algo habrán hecho”.

Luis García Fanlo Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA); Licenciado en Sociología (UBA); Profesor Titular de "Sociología de la argentinidad" y Profesor Adjunto de "Historia Social Argentina" en la Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.

lunes, 3 de agosto de 2009

Se me fue un amigo

El último artículo que colgué en el blog fue en fecha 20 de Junio, y de ahí en más no lo hice más, por ironía del destino es la fecha de cumpleaños de mi viejo, que me acaba de abandonar.
Era un tipo bueno, cascarrabias, pero de un gran corazón y una nobleza incomparable, debe ser por eso que se fue tan joven (63 años), pero si el destino lo quiso así, no lo discuto.
Vuelvo a escribir para recordarlo, para que desde el lugar que esté sepa que lo extraño y que voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que se cumpla su sueño de tener un mundo más justo y de mejores personas, como él.
Viejo, quedate tranquilo que muchas personas te quieren y te recuerdan, y que tu ejemplo de tipo honesto y transparente no fue en vano.
Viejo, te digo chau, hasta que nos encontremos nuevamente, gracias.