lunes, 12 de abril de 2010

El mito del mercado libre


Deberíamos enterrar de una vez por todas el concepto de ‘fundamentalismo del mercado libre’. En este debate no hay fundamentalistas del mercado libre. Lo que hay son conservadores que quisieran que nos creyéramos que sus normas equivalen al natural funcionamiento del mercado. Los progresistas no deberíamos ponérselo tan fácil.

Durante el último cuarto de siglo, los progresistas no han dejado de lanzar diatribas contra el “fundamentalismo del mercado libre”. Su principal queja se refiere a que los conservadores (léase Macri, De Narváez) quieren eliminar el sector público y dejarlo todos en manos del mercado. Pero este planteamiento es un completo disparate.

La derecha tiene tanto interés como los progresistas en que el sector público se implique en la economía. La diferencia radica en que los conservadores quieren que el sector público intervenga de un modo que redistribuya el ingreso en provecho de los más pudientes. La otra diferencia está en que la derecha es lo suficientemente lista como para ocultar estas intervenciones, tratando de que parezca que las estructuras que redistribuyen el ingreso hacia los de arriba no son más que el resultado del funcionamiento natural del mercado.
Los progresistas estamos favoreciendo la causa de los miembros de la derecha cuando les acusamos de ser unos “fundamentalistas del mercado”, dando por buena la idea de que los conservadores efectivamente desean una estructuración de la economía de acuerdo con su estado natural.

La confusión provocada por esta guerra erróneamente encauzada contra el fundamentalismo del mercado sobre el diseño de las políticas públicas es aún más grave que el daño político que provoca. Los progresistas no tenemos que ver al sector público como el instrumento para modificar los resultados del mercado. Lo que tenemos que entender es que, al igual que nuestros oponentes conservadores, debemos buscar formas de estructurar las normas que regulan el mercado para que los mercados produzcan resultados deseables desde una perspectiva progresista.

El rescate del sector financiero en la crisis del año pasado ha constituido la más obvia intervención reciente del sector público para redistribuir el ingreso hacia los más ricos.

La desregulación también aumenta la rentabilidad, y nada tiene que ver con el libre mercado. En otras palabras, lo que el sector financiero quiere es que la administración pública les proporcione “garantías” a través del Banco Central y políticas económicas acordes para seguir con su timba financiera.

La idea de que un “mercado libre” permite que algunas personas se conviertan en inmensamente ricas y es la causa de que otras sean pobres o estén en una situación financieramente expuesta es un disparate. La distribución del ingreso está determinada por políticas públicas que favorecen a ciertos grupos y perjudican seriamente a otros. Si los progresistas aceptamos las estructuras que los conservadores han institucionalizado como algo llamado “mercado libre” y luego tratamos de utilizar los impuestos y las políticas de transferencia de recursos para reconducir las desigualdades, entonces nosotros mismos nos habremos metido en un callejón sin salida.

En lugar de esto, debemos centrarnos en modificar las reglas que redistribuyen el ingreso a favor de los más pudientes. Hay distintas formas de reestructurar los mercados. Debemos ser al menos tan oportunistas y creativos como la derecha en la elaboración de normas que a la vez produzcan resultados eficientes y conduzcan a mejores distribuciones en el ingreso.

Ahí estará la lucha en estos años.

martes, 6 de abril de 2010

Reflexiones de un fin de semana largo.


El fin de semana pasado aproveché para leer muchas cosas.
Todos saben que filosóficamente y políticamente soy peronista, y eso que no provengo de una familia tal ya que mi viejo no lo era y mi vieja tampoco lo es, y siempre trato de pensar en lo que mejor se podría hacer para llegar a una situación en la que la gente más empobrecida tenga un mejor nivel de vida o, por lo menos, alcanzar niveles de educación más incluyentes de den la posibilidad de movilidad social (que existía en una Argentina no muy lejana), para aquellos que hoy están sumergidos en los más bajos niveles de pobreza.
Ahora bien, hagamos un poco de historia, en el año 2001, la crisis financiera provocada por el modelo de la convertibilidad, nos abre una nueva perspectiva. La crisis de clase media por la pelea por sus depósitos (ya que más del 50% de la población estaba excluida y no tenía acceso al sistema bancario), provoca una paradoja, ¿puede un país estar en crisis cuando sólo las clases que más tienen pierden lo que tienen?, porque las cacerolas en Capital Federal fueron más noticia que los chicos que se morían de hambre, porque la inflación, la devualación complicó la economía, pero para aquellos que son pobres esto sólo es una mala noticia, porque sólo tienen que sobrevivir el día a día y no comprar divisas para pagar préstamos o viajar al exterior.
Ahora bien, en el 2003, con un país un poco más estabilizado, llega Kirchner a la presidencia, con el cual comienza a darse otras clases de políticas, aunque, a fuerza de reconocer la verdad, no profundizan tanto como muchos quisiéramos, pero hay que ser justos, y hasta hoy día, se hizo mucho más que los nefastos años anteriores, a modo de ejemplo, se construyeron muchas escuelas, el presupuesto educativo por primera vez en la historia llega al 6% del PBI, se reformularon los planes sociales, el desempleo ha descendido a niveles muy bajos, y, que después de la crisis mundial por el despilfarro capitalista, no hayamos tenido una crisis profunda que nos llevara a viejas recetas de ajuste o confiscación de ahorro.
Pero, el gobierno comenzó a tener importantes conflictos con ciertos grupos económicos. Hasta el 2003 o 2004 las políticas se fijaban con acuerdo de ciertos grupos económicos dominantes, sobre todo a las empresas agroexportadoras y sus conveniencias, ahora, cuando se empezó a confrontar con los mismos, aparecieron los medios que pertenecen a estos Holdings (sumado a la bienvenida ley de medios), distorsionando las noticias que llegan a la gente, sobre todo en el conflicto por la 125, la ley que ponía retenciones mayores a las exportaciones de soja, donde nunca se plantearon las ideas de fondo (otro error estratégico de este gobierno en lo comunicacional), porque habría que haber sostenido que esas retenciones se las aplicaban a los pooles de siembre que exportan millones, y no al pobre chacarero que aún hoy en día se encuentra con la noticia que su situación tampoco cambió, todavía me da naúseas ver a estos tipos con sus 4x4 cortando rutas, lo cuales seguramente en las mesas de sus estancias o casas hablaban y hablan de los “piqueteros de mierda” que cortan las calles y no trabajan.
Otro punto a favor es la estatización de empresas, en el pasado estatales, que funcionaban bien, y que ese neoliberalismo se las llevó, con la complicidad de miles de argentinos, porque tenemos que recordar que el fin de una empresa es brindar servicio, y que ese servicio es un medio para llegar a la ganancia, lo cual es bastante jodido tener que depender de estas empresas para tener que prender el gas, hablar por teléfono, siendo una iniciativa primordial para los intereses del país ponerlas en manos de una administración estatal eficiente, porque las telefónicas hacen lo que quieren, nos cobran lo que quieren y nos brindan un servicio carísimo para las prestaciones que hacen.
Para ir terminando, hagamos una reflexión sobre el tema de las reservas, se supone que pagar parte de la deuda nos beneficiaría bastante, primero, porque tenemos la plata y no pagar significa más intereses, lo cual nos lleva a endeudarnos más y más, o ¿acaso la oposición está en contra del pago?, me causa risa que Carrio, Menem, Morales ahora asuman posturas revolucionarias, o será que hay gato encerrado, porque sus propuestas hasta ahora no las escuché explícitamente.
Estoy en un montón de cosas contra los Kirchner (como su falta de profundización, por no presentar aún una nueva ley de entidades financieras, por no hacer una reforma impositiva progresista), pero reconozco que después de mucho tiempo tengo esperanza, porque laboralmente la gente está un poco mejor, porque se puso en la agenda política temas que son del interés real de país, no los de algunas empresas, por eso, ver a quienes hoy conforman la oposición me hace reafirmar mis pensamientos, ya que representan a modelos anteriores y que tenemos que luchar para que no triunfen, porque sería retroceder en un montón de pasos dados y, que quienes gobiernen de acá en más, sean o no los Kirchner, pongan los huevos en la mesa y profundicen el modelo, y no creo que sean los innombrables que hoy sólo ponen palos en la rueda y esconden los intereses que defienden, que nunca serán los de los trabajadores y desposeídos de la Argentina.