viernes, 13 de febrero de 2009

A despegarse de las palabras y empezar a actuar

Alguna vez escuché cuando era un adolescente, que la política era la ciencia por la cual se alcanza el bien común, que es el conjunto de valores, costumbres que hacen al bienestar de una comunidad. En la Universidad, otro concepto me quedó grabado, la idea aristotélica de Justicia, como la virtud más alta, la más perfecta, siendo la virtud el punto medio entre dos extremos llamados VICIOS, el vicio del exceso y el del defecto. Con esto Aristóteles da respuesta a la pregunta sobre qué es lo bueno y qué lo malo. La autoridad del orden social será quien determine qué es lo demasiado y qué lo poco y cuáles son los extremos y por ende la virtud situada entre ambos. Esta fórmula tautológica del medio finaliza diciendo que lo bueno es aquello que es bueno para el orden social existente. Para Aristóteles la conducta justa es el término medio entre hacer el mal y sufrirlo. La justicia es lo contrario de la injusticia, que es aquello injusto para el orden moral positivo y el derecho positivo.
Por lo tanto, es posible unir los dos conceptos o ideas para llegar a una solución práctica que se denomina JUSTICIA SOCIAL, que es aquella que consiste en darle a cada uno lo que le corresponde, sin distinción de clases. Darle la oportunidad al que menos tiene, dignificar al trabajador, como motivar y alentar a los empresarios para que inviertan y paguen sus impuestos.
Ahora bien, ¿cómo es interpretada la política en nuestros días? Como algo sucio, lleno de trampas y traiciones por lo que no vale la pena meterse. Es considerada como un puente a la salvación personal y no colectiva. La mayoría de la gente opta por mirar a otro lado cuando se trata de “la cosa publica”. En la Antigua Grecia llamaban IDIOTA aquel que no participaba de lo publico y que dejara que otro tomara la decisión por el.
Cuantos idiotas hay hoy en nuestra sociedad? Todos o casi todos lo somos. Porque creemos que con votar con mala gana un domingo tenemos derecho a insultar o criticar, creemos que somos gente de democracia total y no es así.
En primer lugar no hacemos nada para informarnos de lo que pasa en el país o en la provincia o nuestra ciudad, no participamos en campañas, no prestamos nuestra firma para los petitorios que algunos locos tratan de organizar. Solo nos acordamos cuando nos tocan algún interes en particular, los ahorros, las retenciones, etc. Pero nunca nadie apoyo una marcha para pedir viviendas dignas o por una educación mejor, tantas cosas por hacer.
Aparte de idiotas somos egoístas. Porque se llega al extremo de terminar siendo gobernado por un corrupto y es mas, que aun siga gobernando. ¿O nadie votó a Menem, a De la Rúa,? Porque no hacemos nada en ese camino?
Política no es hablar sobre asuntos personales o puterios de nuestros gobernantes, sino de debatir ideas, proyectos, pasos a seguir para alcanzar ese Bienestar Colectivo. Es un error de concepto pensar que la política es solo el juego de aquellos que están en el poder. Muchas veces me dijeron en reuniones sociales, no hablemos mejor de política, pensando que defendería a alguien o algún partido en especial. Y no es asi, habría que charlar, siempre respetando a los demás en su forma de pensar y actuar, no sobre las cosas que faltarían para que una sociedad pueda progresar, sino también como se podrían alcanzar esos objetivos. Eso para mi, seria madurez democrática. No existe una política mala y una buena. Cuando no se hace nada para la sociedad, se hace daño y no política. La política es una y tiene que ser sinónimo de servicio. Hay que despertar esa llama en nuestra conciencia cívica, hay que volver a sentir esa vocación de buscar el Bien Común, de servicio, de hacer cosas que tal vez no lleguemos a ver, de ser mártires de la democracia.
No hay que tener miedo, el ciudadano jamás le debe temer a los gobiernos, sino al revés.

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