miércoles, 27 de mayo de 2009

El groncho burgués nacional

El groncho burgués nacional (GBN)es nieto, en general, de personas que de chicos comían con las manos. Cuando comían. Que se rompieron el orto para constituir las fortunas que ahora desde la mezquindad de clase más absoluta luchan por ampliar o al menos no perder.
Pero el padre del Joven GBN que arrastra sus propias heridas emocionales estudió en una universidad pública, entre asambleas estudiantiles, paros docentes y apuntes fotocopiados. Y no quiere eso para sus hijos. Por eso los envió a universidades de alta excelencia y cuotas caras.
Son hijos, nietos o bisnietos de aquellos que se rompían los dedos con el torno o se cagaban a palos con los sindicalistas para sacar la producción. Se han instruido en ambientes controlados. Sin ruidos externos (¿Han recorrido cualquier facultad de la Austral o San Andrés?, el silencio es ensordecedor).
La alta calificación profesional y técnica de los egresados, los convierte en candidatos puestos en cualquier búsqueda laboral. Están 10 años delante de cualquier egresado de la estatal o de facultades privadas de mediopelo. Por eso el fatalismo los llevará a convertirse en la siguiente clase dirigente de las empresas propias o ajenas. Los más aburridos y holgazanes ingresarán a las cámaras que los representan, a las instituciones de la sociedad civil y, sí, también a la política.
Pero son híbridos. Del barrio privado a la facu y de la facu al office de la empresa. No tienen calle, ni quieren tenerla. No la necesitan. No encuentran el valor práctico de mezclarse con gentes que nada podrían aportarles. O que un buen PDG (Programa de Desarrollo Gerencial) de 25 lucas al contado, no pueda darles.
Sólo quién se ha enfrentado al dilema de comprar queso rallado o manteca para acompañar los fideos alguna vez en la vida. O ha buscado debajo de los sillones la moneda que falta para llegar al paquete de cigarrillos o el pasaje en colectivo debería poder dirigir a otras personas.
Acúsenme de clasista. Lo acepto. Pero la muchachada de traje sin corbata o vestiditos tipo Coco Chanel se constituyen de a poco como los que en 15 o 20 años serán las clases dirigentes de este país.
No están a la altura, nunca lo estuvieron, ni siquiera cuando Perón los habilitó para que se pusieran al frente de la transformación que se venía a nivel mundial a mediados de los cuarenta y cincuenta. La última vez que la burguesía urbana tuvo el poder en sus manos fue en el período 1810-1820. Se gastaron sus fortunas personales soñando con un país. Luego fueron desplazados por los estancieros, que habían visto desde afuera la primera etapa de la Revolución y después, como Güemes y tantos otros, también quemaron sus dineros durante la lucha de la independencia.
La burguesía nacional es una entelequia. No existe. Porque no se lidera un segmento y se busca posicionamiento en el mapa nacional en base a recursos, sino desde el liderazgo, y el empresariado nacional no tiene una Verdad que imponer en el sentido que le daba Friedrich Nietzsche. No tienen intereses de clase. Al no tener una estructura ideológica de clase (ideológica en el sentido del basamento de ideas y valores que sustentan y dan sentido su modo de vida), sus fantasías giran en conseguirse una nueva amante, un Mauser 1909 para matar a un puma dopado y hambriento en un coto también controlado, o ellas, voltearse al piletero o al entrenador personal.
Los jóvenes, sus herederos, también tienen intereses de altura y dimensión tales como cambiar a una lancha con dos motores, poder ver a Iggy Pop en el Manchester Field de Gran Bretaña o que este invierno la nieve esté asentada en Covihaue. La principal preocupación durante la semana es conseguir las pepas que los hagan sentir poderosos, potentes e irresistibles. Nunca abren un diario o navegan sus sitios en Internet.
La muestra de que no tienen el concepto de clase que por ejemplo sí poseen en Brasil, Colombia o México es que ni siquiera financian Escuadrones de la Muerte. No ya un comedor infantil o un taller protegido para sacar de las calles a pibes que en 10 años podrían tener, si nadie los asiste, al final de un revólver apuntándoles a ellos o sus familias.
Hay otro espécimen del Joven Groncho Burgués Nacional: Es el hijo de los sindicalistas y políticos que se han hecho millonarios con la nuestra en estos 25 años de democracia, pero esa es otra historia.
Sea como sea. Estos tipos nos dirigirán cuando seamos viejos, determinarán nuestras vidas y las de nuestros hijos.
Es lo que hay.
Fuente : http://todosgronchos.blogspot.com

Sublime descripción del yuppie nacional, careta, superficial, frívolo y sin ideología que jamás en su puta vida se jugó por nada y que difícilmente puede emprender algo en la vida solo son empleados VIP bien entrenados, lameculos con clase, al frente de una empresa como CEO puede que sirvan pero tratando de hacer una empresa desde abajo duran lo que un pedo en un canasto, mientras se queden en el sector privado son inofensivos, pero acá todo el mundo quire vivir de arriba y siempre las puertas de los partidos políticos van a estar abiertas para estos muchachos, ay de nosotros.
Y pensar que conozco, y sobre todo en Santa Fe, mediocres que sueñan con pertenecer a esta clase, olvidándose del lugar al que pertenecen, ay de nosotros.

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