martes, 19 de enero de 2010

Democracia delegativa

El otro día en TN (vaya paradoja, y también escrito en La Nación), escuché a Guillermo O'Donnell hablar de ésta definición acuñada por él, según la cual el pueblo elige presidentes en elecciones libres con amplio respaldo popular, que a menudo surgen tras un periodo de seria crisis política, económica o de una prolongada situación de injusticia social. El electorado "delega" así los poderes en los nuevos mandatarios Los elegidos se consideran que así que tienen la facultad, el deber de gobernar a su arbitrio y optan por "un estilo abrupto, inconsulto" y -en siguiendo modelos típicamente fascistas o comunistas- promueven las manifestaciones de masas y la creación de brigadas de choque.

Todo tipo de control o de crítica lo consideran como un impedimento. Se consideran con el derecho de "suprimir, doblegar o neutralizar las instituciones del país". Incluso creen, como es el caso de Chávez y lo fue de Kirchner, que gracias a su mayoría parlamentaria pueden casi prescindir de estos órganos legislativos. Otro tanto sucede con el sistema judicial y con los organismos de control financiero que por medio de la designación de sus integrantes pasan a perder su autonomía y a depender de la voluntad omnímoda del mandatario.

Si no bastara con la filosofía barata de Mariano Grondona, los análisis de mercado de Joaquín Morales Solá , el poder económico que intenta meter en caja al gobierno argentino, acaba de incorporar a sus filas a un intelectual proveniente de las filas progresistas, porque atrás de este tipo de regímenes, obviamente está el populismo o su sinónimo, el peronismo. La democracia delegativa es nociva porque -según se desprende de su tesis- el gobernante que la conduce se toma la cosa en serio: si lo eligieron como presidente, si la gente lo votó para que de una vez por todas intente hacer algo contra los poderosos, demuestre que tiene voluntad para cumplir.

Y esa gente, con errores y todo, va en ese camino y, en una postura por demás insolente, parece querer enfrentar nomás a aquellos poderes.

Eso está muy mal, nos dice O’Donnell, porque si el poder económico y sus administradores tuvieron la generosidad de dejarnos vivir en democracia, es para que se haga lo mismo que en dictadura pero constitucionalmente , en orden y paz.

O sea: la acumulación de riquezas y su reparto se debe seguir haciendo bajo las pautas tradicionales, como quieren aquellos.

Y estos gobiernos delegativos hacen otra cosa. Cuando ven que hay dinero en el Mercado lo toman para sí, se apropian
de él con impunidad.

¿Y para qué? Para jubilar a tres millones de personas, para crear cooperativas cuyos trabajadores puedan recibir al mes 1.400 pesos, para que los padres de cinco millones de pibes pobres tengan al menos una asignación universal que les ayude a paliar la miseria que aún padecen y para seguir pagando la deuda que las otras democracias, las representativas (las representativas del Mercado) le endosaron al país para mantenerlo agarrado del cuello.

O’Donnell dice que tiene miedo de que nuestro gobierno tire tanto de la cuerda que al final el elástico se termine rompiendo en su cara.
Porque lo que quiere dejar en claro es que si el clima se pone pesado no es por culpa de los dueños de la riqueza y las palabras, sino de estos gobiernos (se insiste: delegativos) que se atreven a disputarle el poder al gran capital.

Por supuesto: O’Donnell insiste en que si este sistema fracasa, el responsable es el peronismo.
No Cobos, que vota contra el propio gobierno que lo convocó a sus filas.
No Redrado, que juega el juego del poder financiero.
No la oposición, que le hace la corte a todos los que arrojan cáscaras de banana al gobierno nacional para que resbale y caiga.
No Carrió, que sale de gira para pedir la intervención extranjera en la Argentina.

Por eso es fundamental que pensemos y desarrollemos una idea unificadora y que nos permita luchar contra este embate mediático y político de los mismos de siempre, no seamos ingenuos, y terminemos de lamentar en el 2011 un macri o de narváez en el gobierno, sabiendo lo que van hacer y a que intereses van a defender.

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