jueves, 13 de agosto de 2009

Argentina ¿Un país inexplicable?

Me parece muy bien que el humor político argentino aborde la argentinidad a partir de enunciar que “la Argentina es un país inexplicable” como lo hacen “CQC”, “Argentinos por su nombre”, Enrique Pinti, Antonio Gasalla, en su momento Tato Bores, e incluso Felipe Pigna con sus ficciones patrióticas o su búsqueda de “El gen argentino”, ya que ese ha sido desde el siglo XIX el tópico nacional por excelencia que asumió el genero humorístico político argentino.

La ironía sirve, en muchos casos, para dejar al descubierto lo que de otra manera no se puede hacer visible ni enunciable dentro del orden del discurso. Pero encarando el tema en serio la cuestión es que la Argentina es un país no solo explicable sino, incluso, fácilmente explicable. Primero hay que dejar de lado esa “verdad” del sentido común que plantea que la Argentina es un país “diferente” al resto de los países. Solo basta leer los diarios extranjeros para darse cuenta que la “verdad argentina” no es otra cosa que una especie de “verdad” cosmopolita: en todos lados hay corrupción, ilegalismos, vacío político, “muerte de las ideologías”, incumplimiento de normas, “inseguridad”, y una mediocre clase política que no acierta una.

La Argentina es un país explicable porque todo aquello que nos parece “anormal” constituye en realidad su “normalidad” incluyendo el discurso sobre su “inexplicabilidad”. Nada mejor para una burguesía sin concepto y una clase política sin ideas que se instale como “verdad” del sentido común que nuestro país es “irracional” y que “todo vale”. El discurso sobre lo inexplicable de la sociedad argentina remite todo a una falla estructural, o a un destino trágico e inapelable, o lisa y llanamente a quienes menos poder tienen, los pobres y los trabajadores, a los que siempre de una u otra manera se les adjudican los males nacionales. El problema es que ese discurso se ha hecho cuerpo y naturalizado de tal forma que resulta muy difícil desmontar, en particular porque a muy pocos les interesa hacerlo. Desmontar el discurso de la Argentina inexplicable implicaría dejar al descubierto que forma parte de un régimen de gubernamentalidad, es decir, de una forma social sobre la que se reproducen las relaciones de poder en nuestro país.

¿Por qué hay ilegalismos? Porque somos un país inexplicable. ¿Por qué hay corrupción? Porque somos un país inexplicable. ¿Por qué hay argentinos que se mueren de hambre? Porque somos un país inexplicable. Y así hasta el infinito cuando se trata de los “males nacionales”. Queridos amigos: a quienes tienen el poder les conviene que todos pensemos y actuemos como si el país fuera inexplicable porque justamente es de esa manera que nos dominan como nos dominan y hacen de la mayoría de la sociedad lo que les viene en gana. Pero la principal funcionalidad que tiene para el ejercicio del poder este discurso nefasto es que impide, neutraliza, doblega, todo intento colectivo de decir NO. No quiero seguir siendo gobernado de este modo, por estas instituciones, por estos gobernantes, por esta clase dominante.

Si todo es inexplicable solo cabe resignarse y actuar en consecuencia, es decir, de forma consistente con esa inexplicabilidad. La inexplicabilidad es el mejor recurso del poder para obturar resistencias a la forma en que es ejercido… es un colosal invento que de tanto repetirlo hasta el hartazgo se ha vuelto “evidente” y nos ha hecho dóciles, disciplinados, y consecuentes creyentes en el “no te metás” y el “algo habrán hecho”.

Luis García Fanlo Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA); Licenciado en Sociología (UBA); Profesor Titular de "Sociología de la argentinidad" y Profesor Adjunto de "Historia Social Argentina" en la Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.

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