"En tiempos en que al pesimismo de la razón se le suma el del corazón, sería bueno creer en la capacidad de los hombres para realizar su historia, hacerse cargo de sus circunstancias y construir UNA SOCIEDAD MEJOR".
miércoles, 17 de marzo de 2010
Señales Populares
por Norberto Galasso
El escenario político argentino muestra hoy una nueva embestida desestabilizadora orquestada por la oposición con apoyatura externa. En los hechos -más allá de los discursos- se ha generado una nueva Unión Democrática que puja por atrasar el reloj de la historia. La reunión parlamentaria del último 3 de diciembre fue una clara expresión de este connubio: el oficialismo, primera minoría, quedaba subordinada al frente constituido por casi todo el resto de la oposición. Es decir, varias minorías, casi todas sin programa, otras con pasados impresentables, otras impulsadas por el oportunismo, se juntan para mostrarse como mayoría, con posibilidad de quórum propio y presidencia de comisiones. Es como si dijéramos que en un campeonato de fútbol el equipo que está en punta no es el primero porque la suma de puntos de todos los restantes lo supera ampliamente.
¿Qué razón los convoca para unificarse, para practicar lo que el viejo Yrigoyen impugnaba como «contubernio»? ¿Acaso algún proyecto de liberación o de cambio social? No lo tienen ni les importa, sólo quieren interrumpir la experiencia kirchnerista, destituir a la Presidenta o impedirle gobernar. Quienes desconocen la historia se sorprenden, seguramente, pero esto ocurrió siempre: derechas, centros e izquierdas del campo antinacional limaron sus diferencias coyunturales para enfrentar al movimiento nacional y popular en 1930, 1945, 1955 y 1973.
Con respecto a la participación de la llamada izquierda -y también del llamado «progresismo»- en estos contubernios, algunos han señalado que ello obedecía a que se trataba de agrupaciones sin obreros y que de la ausencia de ese cable a tierra provenía su insólita conciliación con la derecha, explicación que es válida, en algunos casos. Cooke, por su parte, sostuvo: «(en el 45) No es que la izquierda hiciera crisis: es que era una parte de la superestructura política del imperialismo y saltó junto con los demás pedazos de esa superestructura», y de ahí su desencuentro con las masas populares. Esto se verifica hoy, cuando asistimos al diálogo amabilísimo de algunos de sus dirigentes con personeros del imperialismo -«pero si apenas no acordamos en uno o dos temas», dirá el mismo personaje que en el 55 operaba de «comando civil»-.
Quizás en esta nueva Unión Democrática -como también ocurrió en las anteriores- resulte un acto de justicia distinguir entre aquellos que tienen clara conciencia restauradora, añorando volver al gobierno de los grandes poderes económicos internos y externos bajo la máscara de un De la Rúa, de aquellos otros cuya inexperiencia y debilidad ideológica los llevan a perjudicar a los mismos que dicen querer representar. Pero la historia se hace con hechos y no con intenciones. Son los hechos de ese día 3 -que fue un ensayo- lo que se reitera ahora profundizado y agravado con motivo del conflicto suscitado por la aplicación de reservas al Fondo del Bicentenario y la rebelión del presidente del Banco Central.
Esta concertación de los opositores ha adquirido rasgos claramente golpistas basándose en que el vicepresidente de la nación se ha definido como hombre de ellos, por lo cual bastaría un exitoso juicio político contra la Presidenta para interrumpir la experiencia kirchnerista y acabar con los avances nacionales y populares que se han ido concretando.
Por ello, tres dirigentes de peso han coincidido en avanzar hacia esa dirección: Juez, Carrió y Solanas. Carrió, que pregona la catástrofe para luego presentarse como un «Chapulín Colorado» que recomienda piadosamente serenidad al pueblo pues el enemigo «no cuenta con su astucia», y el señor Juez, que ha ocupado un lugar político repitiendo los chistes de la revista Hortensia leídos años atrás, han hablado, en medio del conflicto, de que «la transgresión a las instituciones» por parte de la Presidenta ha sido tal que «justifica el juicio político». A su vez, Solanas y dirigentes de su Proyecto Sur, han iniciado una demanda penal contra la Presidenta, creando condiciones para una citación a indagatoria que devendría en el camino hacia el juicio político (hemos tenido suerte que la jueza Sarmiento no estaba en ese despacho). Estos políticos no intentaron antes el juicio político contra presidentes que tenían sobrados méritos para ello como De La Rúa, Menem e incluso Alfonsín al paralizar la investigación de la deuda externa, y asimismo contra todo el Congreso que ha dejado dormir en el sótano la documentación del juez Ballesteros acerca de autopréstamos e irregularidades en el endeudamiento. Pero ahora han salido a defender la independencia del Banco Central respecto al Poder Ejecutivo, lo cual significa la dependencia respecto a los poderes financieros internacionales. Coincidentemente se manifestó Pinedo -haciendo honor a su apellido- del mismo modo que el PJ disidente también ha recurrido a la Justicia, como asimismo Magnetto ha visitado amablemente al presidente de la Corte y los senadores, respetuosos de la división de poderes, han ido a presionar a tres jueces de la Corte. Todo en nombre de las instituciones, porque como se sabe las instituciones deben ser respetadas cuando le dan a la oposición los mecanismos para trabar la acción de un gobierno con vocación nacional y popular y en caso contrario pueden no ser respetadas, pues nadie duda que todos estos legisladores fueron cómplices de la proscripción del peronismo durante 18 años, de ofrecerles ministros a los gobiernos de facto o gran cantidad de intendentes a la dictadura genocida del 76. Vaya si son importantes las instituciones... según convenga.
Por supuesto, para completar el carácter de Unión Democrática de nuevo tipo no bastaba el apoyo de «Clarín» con buena parte de sus acciones en poder del capital financiero yanqui. Era necesario, además, que un diplomático del imperialismo se anticipara a señalar que «hay inseguridad jurídica en la Argentina» y que un juez norteamericano diera curso a un pedido de embargo sobre nuestras reservas. Braden sabía mucho de estas cosas, pero le resultaba más difícil, en el 45, porque no estaba Cobos en aquellos tiempos, como siempre recuerda con sonrisa maléfica cierto comunicador social cuando se babea con los directivos de la Sociedad Rural. También Menem salió a la palestra a decir lo suyo y un prestigioso estudio jurídico contencioso administrativo, en la línea de Dromi, se puso a las órdenes de Martín Redrado con mucho entusiasmo.
Una vez más, las fuerzas que se autotitulan democráticas juegan la carta antidemocrática. Antes lo hacían con los fierros de los cuarteles, ahora, como ha dicho alguien, con «los fierros de los medios de comunicación», siempre en un abanico que va desde derechas, con clara conciencia de la defensa de sus privilegios, hasta supuestas izquierdas que les hacen el juego. De ahí la necesidad de que los sectores populares articulen sus fuerzas, multipliquen su militancia, den la batalla ideológica y se movilicen contra estos proyectos reaccionarios. No a principios del 2011, sino desde ahora. Ya mismo.
Alguien que sabía de estas cosas, nos dio un consejo de este tipo: «No hay que darles ni un tantito así de posibilidades». Una vez más, enfrente están los sectores populares, la CGT, los movimientos sociales, Carta Abierta, la pequeña y mediana industria, el cooperativismo, la militancia expresada en diversas agrupaciones, periodistas comprometidos con el pueblo y algunos políticos honestos, con los cuales se podrá disentir en algunas ideas, pero que se han negado a la maniobra destituyente, desde Heller y Sabbatella hasta Raimundi y unos pocos más, como así también radicales K, socialistas K, y las Madres de Plaza de Mayo.
http://tintoychoripan.blogspot.com/2010/03/senales-populares-norberto-galasso.html
jueves, 11 de marzo de 2010
SOY SIMPLEMENTE PERONISTA... de Luis Gotte
Soy simplemente peronista!.
No estoy dentro o formo parte de facciones mezquinas, de la contra-derecha u oficial-izquierda, emergentes de estos últimos años. Se acuerdan de las advertencias que nos hacía el Gral. sobre las heterodoxias...?
Soy simplemente peronista, uno de tantos que ha comprendido el pensamiento intimo de uno de los hombres más preclaros que ha dado el S.XX en América toda.
No peco de soberbia, tan sólo me he tomado el tiempo de leer a Perón, sumado a la experiencia de varios años en tareas sociales (ad honorem). Una forma de unificar la teoría y la práctica en PRAXIS. Una forma de comprender y aprender los tiempos modernos en que nos toca vivir para cabalgarlo con nuestra propia montura, la del peronismo legado.
Soy simplemente peronista, al que tan solo le inquieta las maneras en que han desvirtuado la Doctrina y los Principios y Valores que el Gral. toma para una Conducción Política en la construcción de una Comunidad Organizada, cuya finalidad ultima, cristiana y humanista, es vivir con Justicia Social.
Justicia Social que desconocen en su definición peronista. Hoy, la entienden como una herramienta para prebendas políticas y el mantenimiento del propio clientelismo 'urnista'.
Soy simplemente un peronista que está convencido que esto no es peronismo. Y que seria bueno, como les dijo el Gral. hace muchos años, que aquellos que no sean peronistas se saquen la camiseta y formen su propio partido político.
No es tan difícil pensar el PERONISMO como una corriente de PENSAMIENTO que trata de superar los errores y horrores de la doctrina liberal-marxista, por eso lo de TERCERA POSICIÓN.
Soy simplemente peronista, porque superamos los conceptos de lucha de clase, relaciones de producción, modelo de producción, burgués-proletario etc.; meros conceptos ideológicos-políticos creados por aquellas ideologías que han fracasado por anteponer la teoría y luego al Hombre. El peronismo parte del hombre mismo, con minúscula, para llegar luego a la teoría (con nuestras propias definiciones).
Los conceptos de ARMONÍA, EQUILIBRIO Y PROPORCIÓN -que parten de la filosofía griega- y, de acuerdo a la Sociología, Organización y Economía peronista (producto de la experiencia personal del Gral. Perón, de los filósofos griegos, del humanismo y de la Doctrina Social de la Iglesia) permitirá el emerger de aquella COMUNIDAD ORGANIZADA, pero para ello, hay que adoctrinar, crear MÍSTICA y de ese modo lograr consolidar lo que una ves supimos ser: una NACIÓN JUSTA, LIBRE Y SOBERANA.
Soy peronista, porque mientras la Revolución Francesa gritaba libertad, igualdad y fraternidad; el peronismo propuso LIBERTAD, JUSTICIA Y SOLIDARIDAD.
Mi trabajo doctrinario es arduo y serio, honesto y comprometido, porque será mi legado para las siguientes generaciones, y así aprendan el peronismo sin desvirtuaciones, heterodoxias, zonceras y engaños.
No pego, critico.
Por todo ello militamos, pensamos, luchamos, para construir esa Patria Grande que soñamos todos.
No estoy dentro o formo parte de facciones mezquinas, de la contra-derecha u oficial-izquierda, emergentes de estos últimos años. Se acuerdan de las advertencias que nos hacía el Gral. sobre las heterodoxias...?
Soy simplemente peronista, uno de tantos que ha comprendido el pensamiento intimo de uno de los hombres más preclaros que ha dado el S.XX en América toda.
No peco de soberbia, tan sólo me he tomado el tiempo de leer a Perón, sumado a la experiencia de varios años en tareas sociales (ad honorem). Una forma de unificar la teoría y la práctica en PRAXIS. Una forma de comprender y aprender los tiempos modernos en que nos toca vivir para cabalgarlo con nuestra propia montura, la del peronismo legado.
Soy simplemente peronista, al que tan solo le inquieta las maneras en que han desvirtuado la Doctrina y los Principios y Valores que el Gral. toma para una Conducción Política en la construcción de una Comunidad Organizada, cuya finalidad ultima, cristiana y humanista, es vivir con Justicia Social.
Justicia Social que desconocen en su definición peronista. Hoy, la entienden como una herramienta para prebendas políticas y el mantenimiento del propio clientelismo 'urnista'.
Soy simplemente un peronista que está convencido que esto no es peronismo. Y que seria bueno, como les dijo el Gral. hace muchos años, que aquellos que no sean peronistas se saquen la camiseta y formen su propio partido político.
No es tan difícil pensar el PERONISMO como una corriente de PENSAMIENTO que trata de superar los errores y horrores de la doctrina liberal-marxista, por eso lo de TERCERA POSICIÓN.
Soy simplemente peronista, porque superamos los conceptos de lucha de clase, relaciones de producción, modelo de producción, burgués-proletario etc.; meros conceptos ideológicos-políticos creados por aquellas ideologías que han fracasado por anteponer la teoría y luego al Hombre. El peronismo parte del hombre mismo, con minúscula, para llegar luego a la teoría (con nuestras propias definiciones).
Los conceptos de ARMONÍA, EQUILIBRIO Y PROPORCIÓN -que parten de la filosofía griega- y, de acuerdo a la Sociología, Organización y Economía peronista (producto de la experiencia personal del Gral. Perón, de los filósofos griegos, del humanismo y de la Doctrina Social de la Iglesia) permitirá el emerger de aquella COMUNIDAD ORGANIZADA, pero para ello, hay que adoctrinar, crear MÍSTICA y de ese modo lograr consolidar lo que una ves supimos ser: una NACIÓN JUSTA, LIBRE Y SOBERANA.
Soy peronista, porque mientras la Revolución Francesa gritaba libertad, igualdad y fraternidad; el peronismo propuso LIBERTAD, JUSTICIA Y SOLIDARIDAD.
Mi trabajo doctrinario es arduo y serio, honesto y comprometido, porque será mi legado para las siguientes generaciones, y así aprendan el peronismo sin desvirtuaciones, heterodoxias, zonceras y engaños.
No pego, critico.
Por todo ello militamos, pensamos, luchamos, para construir esa Patria Grande que soñamos todos.
martes, 9 de marzo de 2010
La deuda y las Reservas del Banco Central.
Cuando la Presidenta desafió a que la oposición proponga una alternativa al pago de la deuda, ninguno propuso nada, o balbuceó una respuesta, porque, en el fondo, lo que quieren es el “ajuste” que todos los argentino hemos sufrido en épocas pasadas.
Los grandes medios tampoco lo dicen, pero sí apoyan y enaltecen la cantidad de boludeces que dicen estos personajes, lo vimos esta semana, donde desfilaron todos por los canales como TN, teniendo que soportar otra vez a la desquiciada de Carrió, ya sin bozal que la contenga (bozal médico siquiátrico), hablando y presentado pomposamente una denuncia penal por “estafa y quiebre del orden institucional” a la Presidenta de la Nación y del Banco Central y la presentación de una carta a la OEA por peligro institucional y proximidades al autoritarismo, similar al año pasado donde había enviado cartas a las embajadas por el mismo tema. No tiene límites la paranoia de esta mujer, siempre funcional a los intereses espurios de la derecha más extremista y neo liberal de esta parte del continente, intereses que defiende, defenderá y defendió toda su vida.
Defender al gobierno hoy, con el cual tengo disidencias en muchos aspectos, es defender un modelo, el de volver al Estado de Bienestar, más allá de los matices que cada uno pueda agregarle, porque lo que está en juego es que país queremos, el de Marcri, Carrió y toda esa mierda dando vuelta, con los ajustes de salarios, despidos, flexibilidad laboral, es decir, del capitalismo salvaje que sólo quiere ganar dinero a costa de lo que sea. Por eso hay que saber escuchar, por eso no se atreven a decir como pagarían la deuda, por eso no lo blanquean de manera directa, pero cuando dicen algunos de estos personeros sobre las cosas del presupuesto que van a suspender para pagar la deuda, ya todos sabemos a que se refieren.
No seamos hipócritas, son la peor opción para nuestro país, y yo no quiero volver a los 90, donde el trabajador no sólo veía cercenado su salario, sino también sus derechos, donde millones de argentinos quedaron marginados de toda posibilidad de movilidad social, quiero un nuevo Estado de Bienestar, donde todos tengamos posibilidades.
Los grandes medios tampoco lo dicen, pero sí apoyan y enaltecen la cantidad de boludeces que dicen estos personajes, lo vimos esta semana, donde desfilaron todos por los canales como TN, teniendo que soportar otra vez a la desquiciada de Carrió, ya sin bozal que la contenga (bozal médico siquiátrico), hablando y presentado pomposamente una denuncia penal por “estafa y quiebre del orden institucional” a la Presidenta de la Nación y del Banco Central y la presentación de una carta a la OEA por peligro institucional y proximidades al autoritarismo, similar al año pasado donde había enviado cartas a las embajadas por el mismo tema. No tiene límites la paranoia de esta mujer, siempre funcional a los intereses espurios de la derecha más extremista y neo liberal de esta parte del continente, intereses que defiende, defenderá y defendió toda su vida.
Defender al gobierno hoy, con el cual tengo disidencias en muchos aspectos, es defender un modelo, el de volver al Estado de Bienestar, más allá de los matices que cada uno pueda agregarle, porque lo que está en juego es que país queremos, el de Marcri, Carrió y toda esa mierda dando vuelta, con los ajustes de salarios, despidos, flexibilidad laboral, es decir, del capitalismo salvaje que sólo quiere ganar dinero a costa de lo que sea. Por eso hay que saber escuchar, por eso no se atreven a decir como pagarían la deuda, por eso no lo blanquean de manera directa, pero cuando dicen algunos de estos personeros sobre las cosas del presupuesto que van a suspender para pagar la deuda, ya todos sabemos a que se refieren.
No seamos hipócritas, son la peor opción para nuestro país, y yo no quiero volver a los 90, donde el trabajador no sólo veía cercenado su salario, sino también sus derechos, donde millones de argentinos quedaron marginados de toda posibilidad de movilidad social, quiero un nuevo Estado de Bienestar, donde todos tengamos posibilidades.
domingo, 7 de marzo de 2010
Mecha encendida
Por Alfredo Zaiat
El Banco Central es un reducto histórico de los representantes del liberalismo económico. La extrema sensibilidad social vinculada al dinero ha impuesto en el sentido común que la cuestión bancaria tiene que ser manejada por expertos en la materia. Esos especialistas son en su mayoría militantes de la ortodoxia económica con estrechas relaciones con el mundo financiero. Esa hermandad se ha fortificado en las últimas décadas con la desregulación y apertura al capital en el marco de una extraordinaria expansión de las finanzas globales. Gran parte de los políticos, tanto aquellos que ejercen funciones ejecutivas como los de la oposición que aspiran a lo mismo, aceptan esa sociedad promiscua porque no quieren perder su capital electoral por miedo a eventuales estallidos de inestabilidad financiera, que esa comunión promete evitar. Algunos están convencidos de que esos expertos son los que saben y otros aceptan que deben ejercer el poder con esa restricción. La administración kirchnerista transitó ese camino primero con Alfonso Prat Gay y luego con Martín Redrado, con el resultado conocido. Sin embargo, el caso más emblemático de esa situación es el de Enrique Meirelles, presidente mundial del entonces Bank Boston, que fue elegido por Lula da Silva al comienzo de su mandato para conducir el Banco Central de Brasil. Meirelles acompañó desde ese cargo a Lula en su primer y segundo gobierno. En esos años, la tasa de interés real en dólares en Brasil fue una de las más altas del mundo y los bancos contabilizaron período tras período ganancias crecientes record. Un paraíso para los financistas y la bicicleta especulativa. El objetivo político de Lula fue exitoso: brindar una señal de tranquilidad al sector financiero cuando en el mercado se temía por el izquierdismo del Partido de los Trabajadores. Este antecedente deja en evidencia que existe una aceptación bastante extendida en la mayoría de los países de que las bancas centrales son y deben seguir siendo un territorio liberado de los financistas. En ese escenario de hegemonía de la ortodoxia se puede comprender la extraordinaria interpelación a la presencia de Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central. Como también la destemplada censura a su nominación por parte del heterogéneo bloque de la oposición.
Marcó del Pont no es una economista liberal ni ha estado vinculada al mundo del negocio financiero. Su formación académica se reconoce en la escuela del pensamiento desarrollista, privilegiando entonces el crecimiento económico con base en los sectores productivos y no en los especulativos. Participó en cada uno de los espacios más relevantes de resistencia al avance del neoliberalismo (CTA, Plan Fénix, Frenapo), cuando intervenir en esa batalla implicaba el desierto mediático y político. La arrebatada mayoría de la oposición en la Comisión de Acuerdos en el Senado impugnó su designación, que ahora deberá ser tratada en el recinto. La impunidad mediática y el escaso decoro de esos senadores permitieron que uno de los encargados de argumentar en contra de la designación de Marcó del Pont haya sido el ex banquero del JP Morgan, ex titular del BC y ahora diputado Alfonso Prat Gay, a quien algunos economistas lo mandaron a estudiar finanzas porque no hizo bien las cuentas cuando no descontó valores futuros al presente al criticar la refinanciación con quita de bonos en default (artículo “La quita de la quita”, La Nación, 1º de diciembre de 2006).
La tarea de esa comisión es evaluar la calidad intelectual y académica de la postulante por el Poder Ejecutivo. También la idoneidad de Marcó del Pont para ejercer el cargo de presidente del Banco Central. El rechazo a su pliego deduce que esos senadores están convencidos de que una economista que no es liberal ni subordinada al poder financiero no puede o no debe estar al frente de la entidad monetaria. Esa decisión interpreta que esos legisladores consideran que una economista que no tenga el aval del poder financiero y sus voceros no debe ejercer el mando del Central. Esta institución pública está dominada en sus cuadros técnicos por la corriente ortodoxa, con subterráneos canales que unen sus intereses con los de banqueros y cambistas. La posibilidad de empezar a transformar esa estructura reaccionaria, que no se puede hacer de un día a otro, sino que requiere de tiempo, paciencia y compromiso de otros economistas para asumir ese desafío, quedaría golpeada ante un probable aunque no seguro rechazo al pliego de Marcó del Pont.
El silencio que por ahora mantienen sectores que se denominan progresistas ante ese avance conservador se parece mucho a complicidad. Esquivar esa responsabilidad por lo que consideran la mancha venenosa puede tener un costo elevado para los intereses de las mayorías postergadas, que dicen representar. La traumática experiencia de la Resolución 125 que los reunió con la Sociedad Rural debería servir de antecedente para no repetir errores. Puede ser que en ese momento hubieran pensado que votar en contra de las retenciones móviles con compensaciones beneficiaría a los pequeños productores. El desarrollo posterior reveló que no fue así, no sólo en el aspecto económico sino en el espacio político: las comisiones de Agricultura en Diputados y Senadores quedaron en manos de dirigentes de la CRA (Ricardo Buryaile) y SRA (Josefina Meabe, hermana del titular de la Rural correntina), respectivamente.
En las pocas semanas que Mercedes Marcó del Pont conduce el Banco Central ha emprendido otras iniciativas relevantes, además de respetar un DNU con fuerza de ley que ordena el pago de deudas con una pequeña porción de las reservas. En todas estas décadas de dominio de la ortodoxia en la autoridad monetaria las reuniones de su titular con banqueros han sido lo usual y corriente. Es lo previsible y lógico, puesto que el Central tiene bajo control esa actividad. En cambio, no es fácil hallar antecedentes de encuentros protocolares de presidentes del Banco Central con dirigentes de cámaras empresarias o con sindicalistas, como si las políticas financieras no influyeran en el mundo empresario y del trabajo. Marcó del Pont se reunió en el propio Central con los representantes de la cámara de empresarios de la alimentación, así como también ha recibido el apoyo entusiasta de empresarios pymes.
Además de encuentros formales con sectores de la producción, Marcó del Pont tiene dos ejes principales para su gestión: reorientar el crédito hacia la actividad económica, en especial a la generadora de mayor cantidad de puestos de trabajo, y comenzar una supervisión integral del sistema analizando la conformación de grupos financieros que permiten ocultamiento de ganancias y la realización de maniobras sospechosas. El fomento de la inversión productiva y el control sobre el negocio global de los bancos no requieren modificar la Carta Orgánica del BCRA. Sólo se necesita voluntad, que Marcó del Pont expresa tener, para aplicar herramientas disponibles que sus antecesores omitían. No es la agenda tradicional de un banquero central, lo que no implica que no debiera serlo si se considera que la autoridad monetaria no tiene que ser guarida de los financistas. Si triunfa en el Senado la impugnación a Marcó del Pont, no será una derrota de la administración kirchnerista, sino que será la de una oportunidad de intentar la lenta pero imprescindible tarea de transformar una institución conservadora al servicio del poder económico en otra dispuesta a ocuparse de las necesidades de las mayorías.
El Banco Central es un reducto histórico de los representantes del liberalismo económico. La extrema sensibilidad social vinculada al dinero ha impuesto en el sentido común que la cuestión bancaria tiene que ser manejada por expertos en la materia. Esos especialistas son en su mayoría militantes de la ortodoxia económica con estrechas relaciones con el mundo financiero. Esa hermandad se ha fortificado en las últimas décadas con la desregulación y apertura al capital en el marco de una extraordinaria expansión de las finanzas globales. Gran parte de los políticos, tanto aquellos que ejercen funciones ejecutivas como los de la oposición que aspiran a lo mismo, aceptan esa sociedad promiscua porque no quieren perder su capital electoral por miedo a eventuales estallidos de inestabilidad financiera, que esa comunión promete evitar. Algunos están convencidos de que esos expertos son los que saben y otros aceptan que deben ejercer el poder con esa restricción. La administración kirchnerista transitó ese camino primero con Alfonso Prat Gay y luego con Martín Redrado, con el resultado conocido. Sin embargo, el caso más emblemático de esa situación es el de Enrique Meirelles, presidente mundial del entonces Bank Boston, que fue elegido por Lula da Silva al comienzo de su mandato para conducir el Banco Central de Brasil. Meirelles acompañó desde ese cargo a Lula en su primer y segundo gobierno. En esos años, la tasa de interés real en dólares en Brasil fue una de las más altas del mundo y los bancos contabilizaron período tras período ganancias crecientes record. Un paraíso para los financistas y la bicicleta especulativa. El objetivo político de Lula fue exitoso: brindar una señal de tranquilidad al sector financiero cuando en el mercado se temía por el izquierdismo del Partido de los Trabajadores. Este antecedente deja en evidencia que existe una aceptación bastante extendida en la mayoría de los países de que las bancas centrales son y deben seguir siendo un territorio liberado de los financistas. En ese escenario de hegemonía de la ortodoxia se puede comprender la extraordinaria interpelación a la presencia de Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central. Como también la destemplada censura a su nominación por parte del heterogéneo bloque de la oposición.
Marcó del Pont no es una economista liberal ni ha estado vinculada al mundo del negocio financiero. Su formación académica se reconoce en la escuela del pensamiento desarrollista, privilegiando entonces el crecimiento económico con base en los sectores productivos y no en los especulativos. Participó en cada uno de los espacios más relevantes de resistencia al avance del neoliberalismo (CTA, Plan Fénix, Frenapo), cuando intervenir en esa batalla implicaba el desierto mediático y político. La arrebatada mayoría de la oposición en la Comisión de Acuerdos en el Senado impugnó su designación, que ahora deberá ser tratada en el recinto. La impunidad mediática y el escaso decoro de esos senadores permitieron que uno de los encargados de argumentar en contra de la designación de Marcó del Pont haya sido el ex banquero del JP Morgan, ex titular del BC y ahora diputado Alfonso Prat Gay, a quien algunos economistas lo mandaron a estudiar finanzas porque no hizo bien las cuentas cuando no descontó valores futuros al presente al criticar la refinanciación con quita de bonos en default (artículo “La quita de la quita”, La Nación, 1º de diciembre de 2006).
La tarea de esa comisión es evaluar la calidad intelectual y académica de la postulante por el Poder Ejecutivo. También la idoneidad de Marcó del Pont para ejercer el cargo de presidente del Banco Central. El rechazo a su pliego deduce que esos senadores están convencidos de que una economista que no es liberal ni subordinada al poder financiero no puede o no debe estar al frente de la entidad monetaria. Esa decisión interpreta que esos legisladores consideran que una economista que no tenga el aval del poder financiero y sus voceros no debe ejercer el mando del Central. Esta institución pública está dominada en sus cuadros técnicos por la corriente ortodoxa, con subterráneos canales que unen sus intereses con los de banqueros y cambistas. La posibilidad de empezar a transformar esa estructura reaccionaria, que no se puede hacer de un día a otro, sino que requiere de tiempo, paciencia y compromiso de otros economistas para asumir ese desafío, quedaría golpeada ante un probable aunque no seguro rechazo al pliego de Marcó del Pont.
El silencio que por ahora mantienen sectores que se denominan progresistas ante ese avance conservador se parece mucho a complicidad. Esquivar esa responsabilidad por lo que consideran la mancha venenosa puede tener un costo elevado para los intereses de las mayorías postergadas, que dicen representar. La traumática experiencia de la Resolución 125 que los reunió con la Sociedad Rural debería servir de antecedente para no repetir errores. Puede ser que en ese momento hubieran pensado que votar en contra de las retenciones móviles con compensaciones beneficiaría a los pequeños productores. El desarrollo posterior reveló que no fue así, no sólo en el aspecto económico sino en el espacio político: las comisiones de Agricultura en Diputados y Senadores quedaron en manos de dirigentes de la CRA (Ricardo Buryaile) y SRA (Josefina Meabe, hermana del titular de la Rural correntina), respectivamente.
En las pocas semanas que Mercedes Marcó del Pont conduce el Banco Central ha emprendido otras iniciativas relevantes, además de respetar un DNU con fuerza de ley que ordena el pago de deudas con una pequeña porción de las reservas. En todas estas décadas de dominio de la ortodoxia en la autoridad monetaria las reuniones de su titular con banqueros han sido lo usual y corriente. Es lo previsible y lógico, puesto que el Central tiene bajo control esa actividad. En cambio, no es fácil hallar antecedentes de encuentros protocolares de presidentes del Banco Central con dirigentes de cámaras empresarias o con sindicalistas, como si las políticas financieras no influyeran en el mundo empresario y del trabajo. Marcó del Pont se reunió en el propio Central con los representantes de la cámara de empresarios de la alimentación, así como también ha recibido el apoyo entusiasta de empresarios pymes.
Además de encuentros formales con sectores de la producción, Marcó del Pont tiene dos ejes principales para su gestión: reorientar el crédito hacia la actividad económica, en especial a la generadora de mayor cantidad de puestos de trabajo, y comenzar una supervisión integral del sistema analizando la conformación de grupos financieros que permiten ocultamiento de ganancias y la realización de maniobras sospechosas. El fomento de la inversión productiva y el control sobre el negocio global de los bancos no requieren modificar la Carta Orgánica del BCRA. Sólo se necesita voluntad, que Marcó del Pont expresa tener, para aplicar herramientas disponibles que sus antecesores omitían. No es la agenda tradicional de un banquero central, lo que no implica que no debiera serlo si se considera que la autoridad monetaria no tiene que ser guarida de los financistas. Si triunfa en el Senado la impugnación a Marcó del Pont, no será una derrota de la administración kirchnerista, sino que será la de una oportunidad de intentar la lenta pero imprescindible tarea de transformar una institución conservadora al servicio del poder económico en otra dispuesta a ocuparse de las necesidades de las mayorías.
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